03/05/2001,
20:48 GMT+1
A estas
alturas de la película, la utilización del spam,
mayoritariamente denostado por la comunidad de usuarios de la Red,
sólo demuestra un profundo desconocimiento de Internet. La
empresa que todavía caiga en la tentación de hacer
envíos masivos de correos no solicitados está tirando
piedras sobre su tejado. Aunque la mala reputación de una
campaña de marketing o publicidad es directamente proporcional
al spam que envía, la basura sigue inundando los buzones.
El
problema es que se multiplica como la mala hierba, y es imposible
cercenarlo de raíz. Porque, aunque al usuario se le eduque
para abominar y combatir el spam, los servidores afinen sus
filtros y los legisladores se esmeren para no dejar ningún
spammer suelto, sigue siendo difícil derrotarlo del
todo. Siempre habrá algún mercader falto de escrúpulos
dispuesto a utilizar los más abyectos medios para conseguir
sus fines.
Las
leyes se enfrentan a varios retos: la definición exacta del
spam —y su clara diferenciación de técnicas
de marketing, como el e-mail marketing o permission marketing—,
la aplicación consensuada de la letra de la ley en un cibermundo
sin fronteras, la persecución y localización de los
transgresores y la complicada imposición de penas. A fin
de cuentas, aunque molesto y derrochador de recursos, no deja de
ser un delito menor.
En
ello están pues los togados de no pocos países. Entre
las marañas legales a desentrañar en la era digital,
el spam ocupa un papel protagonista. Los esfuerzos por combatirlo
no caen en saco roto: con el mazo judicial se conseguirá,
cuando menos, obligar al spammer a buscarse un servidor en
Tailandia, cambiar constantemente de remitente y otras argucias
para no ser cazado. Ponérselo un pelín más
difícil, crear obstáculos que dificulten su labor,
es un buen principio.
Gracias
a estos empeños, el contenido del spam es cada vez
más marginal. Si bien al principio la inexistencia de legislación
y el desconocimiento de Internet llevaba a algunas empresas a realizar
campañas de marketing o publicidad que incluían el
envío indiscriminado de emails, ahora es raro encontrarnos
con alguna empresa 'seria' que cae en el error. Lo que queda, que
no es poco, son mensajes en cuyos asuntos priman contenidos del
tipo "Viagra a dólar", "horny teens", "dinero fácil",
"adelgace sin moverse del ordenador" o "hágase rico sin hacer
nada".
El
spam va unido a otra práctica no menos desdeñable:
la apropiación indebida y el uso indiscriminado de bases
de datos con direcciones de correo electrónico. De hecho,
entre los contenidos de los correos no solicitados abundan las ofertas
de listados de direcciones de correo electrónico a bajo precio.
Ahí, el delito del spam se une a otro no menos complejo,
que tiene que ver con la violación de la privacidad.
Correo
basura, dinero a la basura
Pero,
¿tanto daño hace el spam? Pues sí, tan
grande como difícilmente cuantificable. No se pueden calcular
las horas que los usuarios pierden manejando spam, ni el
espacio de la Red que ocupan los millones de bits cargados de basura
no solicitada. Eso, sin contar los medios empleados en desarrollar
herramientas automáticas para acabar con la plaga: las compañías
que se esmeran en filtrar el spam consiguen unos usuarios
satisfechos, lo que probablemente se traduzca en un aumento del
número de clientes.
Entre
los correos web más populares se notan fuertes diferencias.
Mientras que Yahoo! es una zona de difícil acceso, Hotmail
es un terreno abonado para los spammers. Sin echar mano de
grandes números, no es difícil comparar un buzón
de entrada de una cuenta de Yahoo! con una, como la que sigue (la
del que suscribe), de Hotmail.
En
el caso de la imagen el spam ha logrado inutilizar una cuenta
de correo por completo. Sería un trabajo de chinos encontrar
palabras amigas entre tanta porquería.
Abandonando
el terreno particular, se publican a menudo cifras que hablan de
la dimensión del problema. Recientemente la Comisión
Europea publicó un estudio
en el que valoró en 9.000
millones de dólares el dinero robado por el spam
a los usuarios de correo electrónico en todo el mundo (el
dinero que pagan por el tiempo de conexión mientras reciben,
leen y borran spam). Cada día, según ese informe
se envían alrededor de 500 millones de mensajes que nadie
ha pedido.
Todos
contra el spam
La
reacción ante la invasión de la Bandeja de Entrada
por parte de elementos no deseados va desde la indiferencia hasta
la ira, pasando casi siempre por el hastío. El internauta
asaltado por el spam puede intentar reaccionar por su cuenta:
dotándose de un buen filtro, con reglas de mensaje para enviar
la basura a donde pertenece, contraatacando con medios más
o menos sofisticados (devolver el mensaje con un insulto, un archivo
pesado o utilizar algún programa de mailbombing),
etc. Pero será como derribar un tentetieso.
Más
efectivo es unir las fuerzas para combatirlo. Así lo han
intentado numerosas asociaciones de usuarios e incluso gobiernos.
En España, la Asociación de Internautas (AI) presionó
al ministerio de Ciencia y Tecnología para modificar ciertos
artículos del anteproyecto de Ley de Comercio Electrónico
y endurecer la normativa contra el spam. En EEUU, hace ya
tiempo que funciona la Coalition
Against Unsolicited Commercial Email y existen numerosas páginas
web (Fight Spam on
the Internet, SPAM-Archive,
MAPS, War
on spam, Spam Abuse,
Blacklist
y otras
muchas) empeñadas en mantener a los extraños lejos
de su buzón.
Incluso
desde el otro lado de la barrera, donde se encuentran atrincherados
los spammers, se redoblan los esfuerzos para que la necedad
de unos cuantos no perjudique el trabajo de otros. Las compañías
dedicadas al marketing online están también interesadas
en que sus campañas se diferencien claramente de las técnicas
ilícitas. Así, surgen iniciativas como la RECA
(Responsible Electronic Communication Alliance), en la que 15 empresas
pretenden sentar las bases para hacer un uso responsable del email.
La
delgada línea que separa el grano de la paja
¿Cómo
podemos afirmar con certeza que ese mensaje publicitario que aparece
en nuestro buzón de correo se puede calificar de spam?
Pues, simple y llanamente, si nos lo han enviado sin nuestro permiso.
Que su contenido sea más o menos aborrecible, no es lo que
lo define; habrá quien dé su consentimiento para recibir
basura en forma de email. Aunque parezca extraño también
existen los que están encantados de recibir correo que no
han pedido. ¿Falta de amigos?...
Reacción
de los internautas españoles ante el spam
Pero
parece que no es tan sencillo delimitar la línea; de hecho,
el 90% de los spammers asegurará que su actividad
se enmarca dentro de una lícita promoción de bienes
o servicios. Es muy probable que el usuario que escribe su dirección
de correo electrónico en alguna página web no lea
la letra pequeña que autoriza a la compañía
"y a todas las empresas asociadas" a enviarle la información
que crean de su utilidad.
Las
campañas publicitarias o de marketing que tratan de desprenderse
de la etiqueta de spam, piden permiso (permission
marketing) a los usuarios para entrometerse en su buzón
y utilizan medios como el opt-in (el usuario debe confirmar
con un correo de respuesta que desea recibir los mensajes).
Los
spammers tienen a veces de su lado unos intermediarios interesados
en gestionar la mayor cantidad de mensajes posible. Los ISPs, que
tienen la posibilidad de bloquear sus servidores a los spammers,
a veces firman lo que se conoce como pink
contracts, en los que se bajan los pantalones ante un buen
fajo de dólares. Violando incluso sus propias políticas
antispam, firman sustanciosos contratos con grandes compañías
de marketing a las que permiten enviar correo no solicitado través
de sus redes.
Lo
que está claro es que el marketing por correo electrónico
no va hacer otra cosa que crecer, por lo que se hace todavía
más necesario proteger a los usuarios. Jupiter Media Metrix
estima que en EEUU las empresas invertirán 1.300 millones
de dólares para enviar 43.000 millones de mensajes a sus
potenciales clientes. Y para 2005 el panorama se convierte en aterrador:
dice Jupiter que el comprador online recibirá una media de
950 mensajes diarios.
Con
la ley en la mano
Estados
Unidos es un claro ejemplo de los esfuerzos, muchas veces baldíos,
para acabar con esta práctica. En junio de 2000, el Comité
de Comercio del Congreso aprobó
la Ley
de Correo Electrónico no Solicitado para parar los pies
a los spammers. Y ya antes dieciocho estados habían
aprobado sus propias leyes, que en algunos casos fueron invalidadas
por los tribunales.
Varias
iniciativas siguen en marcha. La del Senado, C.A.N. (controlling
the assault nonsolicited pornography and marketing) Spam Act
of 2001, trata de establecer estándares federales para controlar
los envíos masivos, definiendo el spam como el email
que no incluye la dirección del remitente y no ofrece la
posibilidad de 'darse de baja'. El proyecto de ley permite a los
ISPs pero no a los individuos demandar a los infractores, y establece
multas de hasta 500.000 dólares y un año de prisión.
Sin
embargo, la Unsolicited Commercial Electronic Mail Act of 2001,
que ha propuesto al Congreso el republicano Heather Wilson, legitima
tanto a usuarios particulares como a ISPs a exigir reparación
de daños por hasta 50.000 dólares si son 'atacados'
por spam. Esta iniciativa, que ya ha pasado los filtros del
las subcomisiones de Internet
y Telecomunicaciones y de Comerio
y Energía, ha encolerizado a la Direct Marketing Association,
que piensa que se deja en manos de los ISPs establecer sus propias
reglas.
Los
grandes proveedores de acceso en EEUU, como AOL y EarthLink, dicen
estar de acuerdo con el espíritu de la ley, pero muestran
sus dudas sobre su efectividad para acabar con esta práctica.
Ambos ISPs por su cuenta han dedicado no pocos medios para combatir
el spam, que en el caso de AOL provoca una media de 250.000
quejas diarias.
Mientras
se apuntala la numerosa legislación
pendiente, los letrados hacen lo que pueden para dirimir los
pleitos. Sin un texto legal sólido al que acogerse; en un
caso reciente, un juez de Nueva York se vio obligado a forzar al
ISP Pae Tec Communications a restablecer
su servicio al spammer MonsterHut, al que había
bloqueado el acceso.
España
y la legislación que viene
España
también está en vías de implantar un marco
regulatorio para atajar el spam. Con el anteproyecto
de ley de Servicios de la Sociedad de la Información y de
Comercio Electrónico, el Gobierno español pretende
prohibir la publicidad a través del correo electrónico
si el internauta no ha dado su autorización previa. La ley
española responde a la directiva europea que proponía
desarrollar dos alternativas para acabar con el correo comercial
no solicitado: prohibirlo directamente si no cuenta con autorización
expresa, u obligar a que fuese claramente identificado como tal
—incluyendo el texto publi o pulicidad en el 'asunto'
del mensaje— y que se garantizase el derecho del receptor a apuntarse
a listas de exclusión voluntarias.
El
Gobierno español ha optado por la
primera medida, que coincide con los intereses de los internautas
pero que ha provocado más de una mueca
de contrariedad en la Asociación Española de Comercio
Electrónico (AECE).
Si esta Ley entra en vigor, queda por comprobar si resulta efectiva
o, de otra manera, ¿cómo se las ingeniarán
para localizar y castigar a los spammers?
Aunque
se puede decir que España está en pañales en
esto de Internet, el spam es ya un problema real al que se
enfrenta cada día el usuario de correo electrónico.
Un reciente estudio de la empresa de distribución de contenidos
por email Domeus,
revela, entre otros, los siguientes datos:
-
El 68% de los usuarios de correo recibe algún tipo de mensaje
spam
-
El usuario recibe una media de 2,2 mensajes spam cada semana
-
La mayoría de los mensajes spam son sobre rumores,
sucesos y mensajes en cadena
-
Al 64% de los usuarios les molesta el spam
-
La mayoría de los usuarios (86%) no emplea ningún
filtro para evitar el spam ni solicita su baja (70%)
De todo
lo dicho se deduce que el spam es un problema real que hay
que afrontar, sea por las buenas —educación y sentido común—
o por las malas —con todos los spammers entre rejas—. Si el
tiempo es oro, no hay que escatimar esfuerzos para acabar con todo
aquello que lo destruye. Que nadie, al final de sus días, tenga
que decir: "Me he pasado 30.468 horas en atascos de tráfico
y 20.400 eliminado basura del correo".
http://www.baquia.com/com/20010503/art00019.html
Relacionado
con este artículo:
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- http://www.baquia.com/com/legacy/14395.html
- http://europa.eu.int/comm/internal_market/en/media/
- dataprot/studies/spam.htm
- http://www.baquia.com/com/20010205/not00006.html
- http://www.baquia.com/com/20010320/not00005.html
- http://www.cauce.org/
- http://spam.abuse.net/
- http://www.spam-archive.org/
- http://maps.vix.com/
- http://spam.gunters.org/menu.html
- http://spam.abuse.net/
- http://math-www.uni-paderborn.de/~axel/BL/blacklist.html
- http://www.cauce.org/about/resources.shtml
- http://www.responsibleemail.org/
- http://www.baquia.com/com/legacy/13625.html
- http://news.cnet.com/news/0-1005-200-5668645.html
- http://news.cnet.com/news/0-1005-200-2077968.html?tag=st.ne.ni.rnbot.rn.ni
- http://www.suespammers.org/us/hr3113.shtml
- http://www.baquia.com/com/20010322/not00001.html
- http://news.cnet.com/news/0-1005-200-5335487.html
- http://www.cauce.org/legislation/index.shtml
- http://news.cnet.com/news/0-1005-200-5668645.html
- http://www.elpais.es/articulo.html?d_date=20010425&xref=20010425
elpepisoc_14&type=Tes&anchor=elpepisoc
- http://www.iactual.com/noticia.cfm?IDN=8561
- http://www.aece.org/default.asp
- http://www.domeus.es/
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