Gabrielle

 

Preludio:

 ¡ Qué reconfortante y puro es dormir bajo tierra!. Palpitante y diminuta vida alrededor. Olores profundos, fuertes, nuestra propia esencia. Seguridad escondida. Cuando despierto a la noche, bajo las estrellas, renacido el ímpetu de existir, de calmar la "sed", siento que una energía que no es mía, sino de todo el planeta, ha inundado mi cuerpo, y evoco el Jardín Salvaje, el lugar oscuro, el paraíso original que devuelva otra vez un auténtico espíritu de vida para todos. Un planeta fecundo y enmarañado, en el que no exista más ley que la natural. En el que el predador y la presa formen parte de una misma realidad, y la naturaleza expanda sus poderosas y autónomas fuerzas para autorregularse, y donde nosotros los inmortales, amos de la noche, prisioneros del día, crearíamos una nueva sociedad que volvería a tiempos antiguos, recolocaríamos a la estúpida especie humana otra vez en el punto de partida. El Armagedón profetizado. Un sueño delirante y febril, a la vez que lúcido, que nos llevará a un amanecer salvaje, lleno de libertad para los fuertes. Es mi sueño.

Después de permanecer largos años encadenada a los libros, a mi fantasía, a mi frustración de no haber nacido hombre; cuando fui inmortal por gracia de Lestat, intenté por todos los medios comprender a los humanos, de los que estaba apartada, mezclarme en su vida, en sus relaciones, y no hallé más que hastío, no encontré nada nuevo, ni maravilloso, que me hiciera cambiar mi visión del mundo y de sus inanes habitantes. Ya conocía todo, ya lo había leído todo, y sólo quedaba bucear aún más profundo, en aguas pelárgicas, abisales, y tratar de encontrar más allá de la mezquindad que nos posee, una razón, una idea, un principio que justificara la injustificable razón de ser de estas cucarachas (llamadas vivos), que con pretensión de ser inteligentes, destruían todo lo bello que nos había sido dado: inmensas riquezas naturales, belleza, instinto de supervivencia y superación..., y lo reducían a un afán mezquino y estúpidamente temporal de reinar en un limitado tiempo sobre limitadas existencias, que no traen más que miseria y desorden, anarquía y desgracia. ¡Cúanto me aburren los humanos!. Poseedores de las llaves del universo, sólo se afanan en atesorar más y más bienes, en matar a sus semejantes, en destruir al mundo. ¡Ingenuos!, no conocen la verdadera puerta al conocimiento, el descubrimiento de que no hay límites, sólo verdad y poder ante nuestros ojos. Merecen desaparecer, o ser esclavizados por nosotros, auténticos devoradores de la llama de la vida, puros monstruos dedicados a la caza, supra-humanos inmortales, VAMPIROS.

Je m'appelle Gabrielle. My name is Gabrielle. Soy la madre de Lestat. Su progenitora humana y su hija vampírica. Yo también soy inmortal (more or less). Desde hace ya más de 200 años.

En silencio, en su niñez y juventud entrené a mi hijo para las cosas terribles que le esperaban (y nunca llegué a imaginar cuán terribles serían...), acechando cualquier momento de peligro para socorrerlo.

Lestat era más hermoso, más fuerte que yo; era hombre, mi ego masculino, un diamante en bruto que había que tallar silenciosa y pausadamente. Era mi "masterpiece".

Yo crecí y maduré silenciosa, leyendo mil libros, mil veces, contemplando mil mundos en esos libros, viviendo mil vidas en ellos y pensando, pensando...

Tuve siete hijos, de los que sobrevivieron tres. Sólo era una aristócrata venida a menos, casada con un hombre estúpido que únicamente pensaba en poseerme y tener hijos conmigo, y una prole que me aburría y desesperaba, necios productos de una unión desdichada.

Como una magia inesperada nació de mí una luz, una luz que distinguí desde el primer día. Su fuerza, su voluntad, su energía eran magníficas. Siempre le protegí, siempre cuidé de él. ¡ Dios, un hombre con mis atributos, su cuerpo y mi mente juntos!.

Le amo, le amé y le amaré por siempre. Lestat, mon fils ¡Cuántos recuerdos!.

Atesoraba dentro de mi tantos conocimientos, tantas ideas imposibles que sentía a veces que explotaba por no poder expresarlos. Así te lo dije, hijo mío:

Mi mejor fantasía es imaginar que, asesinados por mi, yacen inertes tu padre y hermanos, salir a la calle, visitar la taberna, yacer con 200 hombres, uno detrás de otro, y reir, reir, sintiéndome completamente libre.

El hombre y el cazador están en mí. Están en ti. No dejes que el asesino perturbe al hombre. Hay otros caminos que no son el de la muerte. Hay otros caminos que recorrer, Lestat...

Me causaste dolor, al separarte de mi para aprender con los monjes, huyendo con comediantes. Cuando volviste vendí mis joyas, guardadas para mejor ocasión, para pagarte armas de caza, rifles, caballo.

Oidme: deseé que huyera desde el primer momento, como hubiese huido yo, y no lo hice. Aguardé el momento de enviarlo a París, aguardé el momento en que fuera fuerte, mi Matalobos..., mi hijo. Enferma ya de muerte, un cadáver con apariencia de mujer, triste y bella Gabrielle..., callada y seria Gabrielle..., comprendí que debía impulsarlo antes de morir, que no sería feliz sin él situado en otra vida, en otro sitio..., mi Lestat.

No, no podía morir sin verlo libre. Por él y por mi, bálsamo reparador de mis tristezas, mi hijo bienamado, mi reflejo.

Tenía miedo, mucho miedo, no sabía lo que era morir. Era preciso que lo enviara lejos, a progresar, a prosperar, a vivir. Era preciso que lo enviara con Nicolás a París, que le hiciera abandonar nuestra vida arcaica y mezquina, como yo no pude hacerlo. El era joven y fuerte, siempre proveyó de carne a la familia, siempre hizo buen uso de sus armas, brillante uso de sus dotes, era el hombre que yo no pude ser, excusez-moi, eso ya lo he dicho...

En mi existencia humana quise verlo antes de morir. Con la muerte en mi equipaje marché a París, inquieta por su devenir vital, ya indiferente a cualquier cosa que no fuera él y cómo ayudarle hasta donde pudiera.

¡Dios, lo que encontré en París!. Mi hijo era un vampiro, y llegó a mí ofreciéndome no sólo su cariño (que ni él ni yo habíamos perdido nunca) sino que además me abrió una vida eterna. Mi hijo me explicó "su pequeña historia", y me ofreció la inmortalidad. Decidme: ¿Habríais rehusado?. Encontré en su hipotética liberación la mía. En definitiva, sólo se que opté por seguir tutelando a mi hijo, en silencio y discretamente.

Sería casi obsceno describir nuestra unión de sangre. Se abrió para mi un universo indescriptible en ella. Mi hijo, mi padre, mi dios me dio la fuerza, el RITO OSCURO, que me ha permitido seguir viviendo hasta ahora.

Bien es cierto que desaparecí en Egipto, cuando llegó el momento, pero seguí atenta, seguí alerta, Lestat me necesitará más adelante...

Permitidme en estos momentos, en que hemos cruzado de este a oeste, de punta a cabo la historia, en que conocéis el principio y el fin, el origen y la meta de nuestras inmortales vidas, que os explique la sutil diferencia (que se puede engrandecer a vuestros ojos ilusoriamente al comparar nuestras trayectorias vitales) entre Lestat y yo.

Dotados ambos de una voluntad inagotable, de una sed de conocimiento sin límite, mi hijo necesitaba probar una y otra vez, transgredir las normar, ponerse al borde de la destrucción huyendo hacia adelante. No hablé con él demasiado, pero siempre le repetía "el caos, Lestat, el desastre" ante sus iniciativas de acción. No hizo mucho caso, yo tampoco lo hubiera hecho, yo tampoco he oído las voces que me decían dentro de mi: "cuidado", "no sigas por ahí", pero me detenía en mi interior, comparando las historias leídas, viviendo en mi imaginación muchas vidas distintas, y no me hacía falta probarme, probar el mundo, cotejar lo leído y la ficción. Sabía que todo era posible, pero la vida, lo real siempre causa más dolor y miedo.

Mi hijo no conocía, por su precipitación innata, la amplitud de sus poderes vampíricos. Sin embargo, yo supe desde el primer momento, desde que me vampirizó, que me había sido concedida la virtud o la desgracia de no encontrar más límites, de que nadie impondría el fin a mi vida, sino que sería por mi propia voluntad. Ni el sol, ni el fuego, ni los "inútiles" mortales pondrían barrera a mi existencia, si yo no quería.

Es muy posible que Lestat, si se hubiese detenido, hubiese llegado a estas mismas certezas. Pero él necesitaba probarlas, necesitaba la acción, necesitaba que sus éxitos frente al peligro le dieran la razón. El era siempre bueno en todo. Por ello, fue, es y será el mejor vampiro, el líder, aquel del que todos oís hablar, aquel que todos conocéis por sus obras, el primer actor en el teatro en el que representamos una y otra vez la misma obra.

Seguidle. El os abrirá caminos que os parecían vedados. El os llevará a recónditos lugares. Matalobos los abrirá para vosotros, donde no pudo llevarme, porque su camino y el mío eran distintos, él y yo no podíamos andar juntos, aunque fuésemos sólo una persona, aunque nuestro más profundo pensamiento siempre llegara al otro, aunque nuestro amor mutuo y nuestro deseo de plenitud fueran idénticos y simultáneos.

Su senda es la acción, la mía la reflexión y el confinamiento. Las pocas ocasiones que tuvimos para conversar, asistía, cuando niño a narraciones de cuentos extraños, con vocablos eruditos y manifestaciones intelectuales inusuales para un chiquillo. Más tarde, ya crecido, asombrado, recogía de mí extrañas filosofías, que no siempre comprendía, a pesar de ser una parte intrínseca a mi que nada podía romper.

Os diré dónde os conducirá Lestat. Dejadme describir el Jardín Salvaje, el Jardín oscuro, dejadme traspolar mi sueño a vuestro mundo actual. Imaginad que un desastre nuclear o de otro tipo, barriera millones de personas, máquinas, edificios, monumentos inútiles del progreso. Imaginad que el mundo se redujera a unas pocas mentes dedicadas a sobrevivir, otra vez sin más arma que la inteligencia y el instinto de depredación: Ese es el Jardín Salvaje. Ese es el destino de Lestat, ser el líder, ó el enemigo más feroz del líder del mundo que quedaría. Superada la idea del bien y del mal, dando rienda suelta a los verdaderos instintos primarios de supervivencia, donde los pocos supervivientes serían algo muy parecido a los animales, un mundo en el que reinaríamos los vampiros, recreando la verdadera fantasía inalcanzable: la inmortalidad. Lestat la posee, es y será eterno.

Recordad que, siempre en primera línea, será el protagonista de la pesadilla creada por Akasha, que premonitoriamente le advertí antes, en uno de nuestros encuentros esporádicos. Le predije la posibilidad de un mundo en caos regido por vampiros, el mal y la depredación. Me contestó que lucharía contra quien lo intentara. No sería el líder entonces, sino el antagonista del líder, del monstruo primigenio, que en la noche de los tiempos adquirió y transmitió el rito oscuro por primera vez: AKASHA, inmortal, mujer, despiadada. Lestat es el único rival digno y posible, creedme.

Au revoir mes amis... En otra ocasión os hablaré de la Reina de los Condenados, de su visión caótica y asesina, de su intento de destrucción de la humanidad, de su lucha con Lestat, y por ende con todos nosotros, los demás vampiros.

Os contaré cómo el Jardín Salvaje estuvo a punto de advenir, destruyendo este mundo de la mano sacrílega de mi más temida rival para Lestat: AKASHA.

À tout à l'heure. Je reviendrai... à un autre moment, à une autre époque, à un autre endroit.

 

Gracias por ser así.

Gracias por estar ahí.

Mon fils. My "masterpiece".


Cedido por: Fuensanta Marcos Serrano
~Vampiros!~Familias Vampíricas~
~ARACHNIS~

David!!